Imprevistos mortales en el asesinato de Mario Postigo

¿Qué ocurrió para que la madrugada del pasado 23 de febrero dos personas cosieran a cuchilladas a Mario Postigo cuando estaba a punto de llegar a su casa?

Por lo que hemos podido saber, nada pasó de la forma prevista aquella noche. Un cúmulo de hechos inesperados se sucedieron y su suma dio como resultado la muerte de Postigo.

El asesinado no tenía enemigos en su haber según acreditó su esposa a la policía. Regentaba el Bar 33 en el barrio madrileño de Vallecas desde hacía una veintena de años, cuando se hizo cargo de su traspaso. Desde entonces, toda su vida de mediana edad giraba en torno al establecimiento y a su actual viuda, María.

Habitualmente, Mario cerraba el bar al público a las 5 de la mañana. Limpiaba, recogía el local y hacía la caja, lo que le llevaba aproximadamente una hora. De forma que, todos los días, solía llegar a su domicilio a eso de las 6 de la madrugada.

Pero la noche del 23 de febrero nada ocurrió del modo habitual. A las 4 de la mañana,  una patrulla de la policía entró en el Bar 33 para hacer una redada de drogas. Tres policías irrumpieron en el local y registraron a cinco clientes, de la veintena que todavía apuraban su penúltima copa. Los agentes examinaron también el interior del mostrador y los servicios para terminar llevándose detenidos a dos parroquianos a quienes incautaron media docena de papelinas.

Una actuación, la de la policía, que sucede con una cierta periodicidad anual, pero sin una frecuencia regular y siempre, de forma inesperada. Primer imprevisto de la noche.

Así pues, aquel 23 de febrero Mario echó la llave de su establecimiento una hora antes de lo habitual para encaminarse hacia su casa. Pero en los aledaños del portal debió ver que asomaba la cabeza de su mujer María quien, segunda casualidad, se encontraba en el interior esperándole. El motivo permanece bajo secreto de sumario.

En ese momento, dos personas surgidas de la oscuridad se abalanzaron sobre Mario Postigo propinándole tres puñaladas: una en la frente, otra en el pecho y una tercera que le sentenció. Al parecer se trataba de dos drogadictos que en pleno síndrome de abstinencia, tercer hecho casual, quisieron robar a Mario, quien, seguramente, al resistirse, sentenció su muerte. Los asesinos no tuvieron problemas para acuchillarle y llevarse así cualquier objeto de valor que portase encima. Mientras, su mujer y única testigo, desde el portal, fue presa de un ataque de pánico que le inmovilizó para prestar socorro a Mario.

Sin embargo, fueron muchos  hechos coincidentes en una noche que no cumplió las expectativas habituales de Postigo y que solo su viuda podrá llegar a desentrañar.


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