Bombardeo COVID pero poco periodismo científico


Las dificultades informativas de la pandemia surgieron desde el mismo inicio de la crisis sanitaria. El desconocimiento del virus, de la infección que provocaba, de sus síntomas, de los tratamientos efectivos incluso de las medidas básicas preventivas para la población fue el principal problema con el que se topó su cobertura informativa desde el principio.

La novedad del SARS CoV 2 y la brusca irrupción y extensión de la pandemia no dio tiempo a que las informaciones de las primeras semanas fueran de calidad en cuanto a su capacidad de resolver las principales incógnitas a la población.

Las fuentes de referencia -epidemiólogos, especialistas en enfermedades infecciosas y en medicina preventiva- vivían un desconocimiento parecido al de la población general. Así las cosas, la información que se divulgaba tenía más que ver con las medidas políticas que se iban determinando conforme aumentaba el conocimiento de la situación, que con la enfermedad en sí. La modalidad científica de periodismo no estuvo especialmente presente al inicio de la pandemia.

Además, la incidencia tan elevada y la extensión tan rápida de los casos de COVID no dieron respiro a los informadores, que en los primeros meses apenas pudieron transmitir mensajes científicos de rigor. Conforme avanzaba la pandemia en el tiempo, aumentaba el conocimiento que los científicos, los médicos y los informadores de ciencia iban adquiriendo sobre el tema.

Realmente, una gran parte de la información que se ha difundido a la población general sobre la pandemia ha tenido que ver, más que con cuestiones de ciencia, con las medidas políticas y administrativas que afectaban a nuestra vida social, familiar y laboral. En otros muchos casos, las informaciones aludían al debate suscitado entre diferentes sectores políticos que han utilizado la pandemia como arma arrojadiza. El resto de la información ha sido, esencialmente, de carácter estadístico con un continuo contaje de infectados y de fallecidos por COVID 19.

En general, creo que las informaciones de talante científico han sido mucho más esporádicas, sobre todo, por el desconocimiento reinante en torno al virus y a la enfermedad. Podemos decir que, actualmente, con el inicio de la vacunación, el periodismo científico está teniendo un papel más relevante a la hora de explicar en qué consisten los nuevos fármacos antídotos y sus posibles efectos secundarios. Hasta ese momento, las informaciones de ciencia se han referido a cuestiones como los síntomas provocados por la infección, las pruebas diagnósticas, los efectos secundarios en pacientes, los escasos tratamientos efectivos que iban surgiendo y, finalmente, a poner orden en el caos de información general sobre las vacunas.

Y en todo este mare magnum ha dejado su huella la información pseudocientífica a la que se han agarrado sectores nada despreciables de la población. Las conspiraciones basadas en afirmaciones poco fundamentadas en Ciencia y mucho en el miedo a la nueva situación han tenido una repercusión importante, sobre todo a través de redes sociales y de personajes conocidos de la vida pública. El papel del periodismo científico ha sido relevante en esta situación al plantar cara a todas estas fake news que han pretendido sembrar el caos en medio de esta crisis sanitaria.

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